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¿Cómo se puede saber la apariencia de los dinosaurios si solo tenemos sus huesos?

¿Cómo se puede saber la apariencia de los dinosaurios si solo tenemos sus huesos?

Gracias al estudio concienzudo de los fósiles y la ayuda de las técnicas modernas, los paleontólogos pueden “revivir” la apariencia y el comportamiento de aquellos asombrosos animales extintos.

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com

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Pregunta formulada por el curso de 2º de la ESO del Instituto de Educación Secundaria Miguel de Unamuno, en Gasteiz (Álava)


A veces, a los paleontólogos les llaman “cazadores de fósiles”. Sin embargo, George Gaylor Simpson, uno de los paleontólogos más influyentes del siglo XX, decía que “el cazador (o la cazadora) de fósiles no mata, resucita”. Resucitar en el sentido de hacer revivir, aunque sea en sentido figurado, animales extintos.

Es decir, la labor de los paleontólogos consiste en reconstruir mundos pasados a partir de las evidencias conocidas en el registro fósil.

Cómo “resucitar” un dinosaurio en tres pasos

Los fósiles de dinosaurios que estudian los paleontólogos son principalmente de dos clases: restos esqueléticos, como huesos y dientes, y restos indirectos o icnofósiles. En esta última categoría entran las huellas fósiles (icnitas), los excrementos fosilizados (coprolitos), etc. En ocasiones excepcionales, pueden conservarse “partes blandas”: impresiones de la piel o restos orgánicos (tejidos blandos y proteínas).

El primer paso para conocer la apariencia en vida de un dinosaurio es reconstruir el esqueleto a partir de sus huesos y dientes fósiles. Muchas especies están basadas en restos parciales y, a menudo, desarticulados; los esqueletos articulados completos no abundan.

También hay que tener presente que los huesos fósiles pueden estar deformados o alterados debido a la llamada diagénesis (los procesos que experimentan los sedimentos durante su transformación en rocas sedimentarias). Cuando faltan elementos óseos, se tienen en cuenta las partes simétricas del mismo individuo y se completa con información basada en “parientes” vivos, como aves y cocodrilos.

El segundo paso es reconstruir los músculos y tejidos. Las marcas de inserción muscular en los huesos fósiles sirven para averiguar la forma y disposición de los músculos.

Y el paso final consiste en imaginar la apariencia externa del animal, como la piel (con la presencia de escamas o plumas), pero es la parte más especulativa. En ciertos casos, se pueden inferir rasgos que no se han conservado en el registro fósil haciendo una correlación con especies actuales (se llama principio de homología). Por ejemplo, la presencia de plumas en aves y otros dinosaurios terópodos sería un carácter heredado de un ancestro común.

Para realizar todos estos estudios se aplica la anatomía comparada, disciplina que consiste en comparar las semejanzas y diferencias de las estructuras anatómicas entre especies. Los estudios de biomecánica y paleoicnología (huellas fósiles) ayudan a reconstruir el movimiento de los dinosaurios y a deducir cómo se desplazaban y a qué velocidad lo hacían.

Propuesta de reconstrucción del icónico predador Tyrannosaurus rex: esqueleto, musculatura y aspecto externo, según R. J. Palmer, para el juego Saurian.
Urvogel Games, LLC

Reconstruir el paisaje donde vivieron

Llegados a este punto, no basta con reconstruir el aspecto de un dinosaurio: también es importante conocer en qué entorno natural vivió cuando formaba parte de un ecosistema e interaccionaba con otros organismos.

Para ello es necesario identificar otros vestigios del yacimiento y entender el contexto geológico en que este se formó. Su estudio permitirá hacerse una idea del ambiente pasado y reconstruir un “paleopaisaje” con el dinosaurio como parte integrante del mismo.

Pero ¿de qué color eran?

Hasta hace poco, el color de la piel de los dinosaurios era una incógnita. Ahora podemos deducir ese rasgo gracias al estudio de la forma, tamaño y distribución de los melanosomas (pequeños órganos celulares que contienen pigmentos como la melanina, responsable del color cutáneo) mediante técnicas de vanguardia (microscopía electrónica) y comparando con el aspecto de las aves actuales.

Por ejemplo, Anchiornis, un pequeño terópodo, tendría plumas de diferentes colores: grises, blancas, negras, así como un copete rojizo. El plumaje de Microraptor, otro terópodo con plumas en las cuatro extremidades, sería de color oscuro y con un brillo iridiscente, como ocurre en algunos córvidos actuales.

Dinosaurios cuya piel no estaba cubierta de plumas, como el pequeño ceratopsio Psittacosaurus y el anquilosaurio Borealopelta, se han reconstruido atribuyéndoles un cuerpo de color marrón oscuro o rojizo. En ambos casos, lucen un vientre más claro: este patrón cromático, conocido como contrasombra o contracoloración, está presente en muchos animales y sirve para camuflarse.

Modelo del ornitisquio Psittacosaurus con piel escamosa y largos filamentos queratinosos en la cola. Está basado en un fósil del Cretácico Inferior de China (Jehol Biota) conservado en el Museo Senckenberg de Frankfort, en Alemania. El patrón de color o contrasombreado, con la parte dorsal más oscura que la ventral, servía probablemente de camuflaje.
Imagen de Jakob Vinther et al. (2016) en Current Biology

Talento artístico con conocimiento de causa

Con todos los datos, los paleoartistas reviven en sus ilustraciones el aspecto de los dinosaurios y otros seres del pasado. Algunos son paleontólogos o trabajan en colaboración con ellos. Entonces, el talento artístico se combina con los conocimientos científicos para mostrar la posible apariencia en vida de animales que ya no existen.

Dependiendo de la naturaleza fragmentaria del registro fósil y de otros factores, estas obras tendrán siempre una parte de especulación. Las reconstrucciones de dinosaurios conocidos a partir de decenas de esqueletos pertenecientes a individuos en diferentes fases de crecimiento (juveniles, adultos, etc.), como el citado Psittacosaurus, estarán mejor fundamentadas que otras basadas en restos fragmentarios pertenecientes a un único individuo.

Evolución de la imagen de los dinosaurios

La imagen de los dinosaurios ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ya que es un reflejo de los conocimientos científicos de cada época. Las primeras reconstrucciones del siglo XIX los muestran como gigantescos lagartos. Para Richard Owen, el inventor del término “dinosaurio” (1842), eran cuadrúpedos corpulentos parecidos a los mamíferos llamados mastodontes, como reflejan los modelos a tamaño natural del Crystal Palace Park, al sur de Londres.

Estatuas del dinosaurio iguanodonte en el Crystal Palace Park, Londres.
Wikimedia Commons, CC BY

La iconografía de la segunda mitad del siglo XIX, basada en descubrimientos hechos en Norteamérica y Europa, representa a terópodos y ornitópodos como formas bípedas con aspecto de canguro. Durante la primera mitad del siglo XX, los esqueletos de dinosaurios montados en los museos los muestran con la cola apoyada en el suelo. Hay que esperar hasta los años 1960-1970, cuando se produjo una revolución conceptual en paleontología llamada “Renacimiento de los dinosaurios”, para tener una imagen más realista de estos animales.

Los esqueletos de los museos y las imágenes de cine y televisión modernas presentan a los dinosaurios en una posición más dinámica, con la columna vertebral horizontal y la cola levantada por encima del suelo.

Estas reconstrucciones tienen en cuenta las más recientes interpretaciones paleontológicas y representan a los dinosaurios como seres activos. En el momento de su estreno (1993), la película Parque Jurásico nos enseñó las reconstrucciones más modernas de la historia.

No obstante, la imagen de algunas criaturas de la saga no ha evolucionado a la par que las interpretaciones paleontológicas. Por ejemplo, los famosos “raptores” siguen teniendo una piel escamosa y prácticamente desprovista de plumas a pesar de que las evidencias fósiles indican que dinosaurios como los dromeosaurios estaban cubiertos de plumas o protoplumas.

Esto demuestra que, aunque el cine puede conseguir que la ciencia resulte más atractiva, los intereses científicos y cinematográficos no son necesariamente los mismos.

Reconstrucción moderna del dromeosaurio Deinonychus por el ilustrador Fred Wierum. A diferencia de los raptores de la saga Parque Jurásico, el cuerpo está cubierto de plumas, reflejo de los últimos descubrimientos en paleontología.
Fred Wierum/Wikimedia Commons

En definitiva, es posible conocer la apariencia de los dinosaurios gracias a los conocimientos científicos que proporcionan los fósiles y a la utilización de técnicas modernas. Cuanto más completos sean los datos, menos especulativa será la reconstrucción. Los paleoartistas ayudan a recrear mundos poblados de aquellos asombrosos animales extintos y otros seres del pasado.


La Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco colabora en la sección The Conversation Júnior.


Xabier Pereda Suberbiola, Investigador (Paleontología), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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