Menú
Más vale prevenir: así son las terapias profilácticas para evitar las infecciones de transmisión sexual

Más vale prevenir: así son las terapias profilácticas para evitar las infecciones de transmisión sexual

La administración preventiva de antirretrovirales o antibióticos cuando ha habido una práctica sexual de riesgo es un arma eficaz para mantener a raya la creciente epidemia de infecciones de transmisión sexual.

Un joven que ha tenido una relación sexual de riesgo acude a urgencias. Está nervioso, aunque sabe perfectamente lo que ha ocurrido. Promete que la próxima vez tendrá más cuidado. Pero cuando le ofrecen unas pastillas se queda algo sorprendido… No esperaba que le administraran ese tipo de medicación para evitar males mayores.

DUPAO EN WHATSAPP

Se trata de una situación más cotidiana de lo que podríamos pensar. A nivel mundial se estima que se producen más de un millón de infecciones de transmisión sexual (ITS) tratables y asintomáticas al día. Concretamente, en 2020 fueron registrados 374 millones de casos de clamidia, gonorrea, sífilis y tricomonas.

Además, el problema va en aumento. En España, por ejemplo, entre 2021 y 2023, la gonorrea creció un 42,6 %, la sífilis un 24,1 % y la clamidia un 20 %. Y la tendencia es que los casos sigan incrementándose.

Atención, peligro de ITS

Las relaciones sexuales de riesgo son aquellas que aumentan la probabilidad de contagiarse de alguna ITS –como el VIH, la gonorrea, la sífilis, la clamidia o el virus del papiloma humano (VPH)– o que pueden llevar a un embarazo no deseado.

Dicho riesgo se produce cuando una persona no usa métodos de barrera (como el preservativo), tiene múltiples parejas sexuales, realiza prácticas como el chemsex, consistente en consumir sustancias psicoactivas para mejorar o prolongar las experiencias sexuales, o, en general, consume drogas durante las relaciones (a veces, con intercambio de agujas).

Y ante alguna de tales situaciones de riesgo, las ITS pueden prevenirse administrando una profilaxis farmacológica mediante una de estas dos modalidades:

¿Cómo funcionan?

Las terapias PEP frente al VIH se basan en el uso de antirretrovirales, es decir, medicamentos que evitan la multiplicación de virus. Esto ayuda a que se limite la infección o el desarrollo de dicho agente patógeno. Es casi la misma medicación que se usa para tratar el VIH y se administra en las primeras 72 horas, prolongándose hasta los siguientes 28 días.

En el caso de las ITS bacterianas suele utilizarse un antibiótico llamado doxiciclina, que previene la multiplicación de bacterias y es utilizado también en múltiples enfermedades como la neumonía, el acné o las dolencias periodontales. El tratamiento consiste en tomar dos pastillas (200 mg) en una única dosis en las primeras 72 horas tras la exposición.

La administración de doxicilina para prevenir ITS –lo que se conoce como doxi-PEP– ha demostrado una disminución espectacular en las tasas de infecciones. En el caso de la clamidia, dicha reducción ha sido de un 88 %, y en el de la gonorrea, un 51 %.

El principal obstáculo para que funcionen ambas terapias es la resistencia que puede surgir por el consumo habitual de este tipo de fármacos. Otro problema es la ausencia de profesionales para su seguimiento e implementación.

En cuanto a la profilaxis pre-exposición frente al VIH, uno de sus principales desafíos es el cumplimiento o adherencia al tratamiento. El paciente debe tomar una pastilla diaria, lo que supone un reto cuando existe una falta de costumbre.

Distintas facilidades de acceso

En España, la PrEP está disponible dentro del circuito del Sistema Nacional de Salud, de forma gratuita, para aquellas personas que cumplen unos criterios.

Voluntario y gratuito, su acceso se puede obtener consultando al médico de atención primaria o, directamente, solicitando una cita con las consultas especializadas. Los expertos, tras los análisis correspondientes, evaluarán la viabilidad de entrar dentro del programa, con el seguimiento correspondiente.

En cambio, la profilaxis postexposición (PEP) no es tan accesible como la PReP. El interesado generalmente debe acudir a un servicio de urgencias para que un especialista le prescriba el tratamiento. Esto puede suponer un reto por miedo a ser juzgado o el estigma de la persona que te atiende.

No son infalibles

Estas dos formas de profilaxis, PrEP y PEP, tienen una finalidad concreta, por lo que tenemos que tener en cuenta varios aspectos:

  1. Requieren un seguimiento médico. Tanto retrovirales como antibióticos pueden llegar a afectar a la función renal.

  2. No eliminan el riesgo por completo. Estas herramientas tienen unos plazos que se han de cumplir para que produzca su efecto. La eficacia supera el 90 % si se utilizan correctamente, pero, pese a ello, siempre existe riesgo.

  3. Son tratamientos infrautilizados por falta de conciencia, estigma o la existencia de barreras de acceso al sistema.

Aunque las terapias profilácticas están en auge, hay que continuar trabajando para que sigan siendo efectivas y se utilicen de forma responsable. Tal y como queda reflejado en la Agenda 2030, el objetivo es acabar con la epidemia de ITS, sobre todo en colectivos vulnerables. Por ello, lo fundamental es proveer una asistencia sanitaria de calidad, desde la empatía y la conciencia social.

Benjamín Gaya-Sancho, Personal Docente e Investigador (Enfermería y Biomedicina) en USJ. Enfermero del servicio de urgencias del Hospital QuirónSalud Zaragoza., Universidad San Jorge

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

--

¿Qué es DUPAO? Somos el magazine de Culturizando sobre Series y Películas, Ciencia y Tecnología, Marketing y Negocios, Productividad, Estilo de Vida y Tendencias.

 


Lo que más gusta

Lo más destacado