El 21 de abril de 2024, el cometa 12P/Pons-Brooks, apodado popularmente como el cometa “Diablo”, pasará por su perihelio –el punto más próximo al Sol–. Poco después, a principios de junio, tendrá lugar su mayor aproximación a la Tierra.
No es un cometa pequeño: su núcleo mide cuatro veces más que el Everest. En estos últimos meses, conforme se aproxima al Sol, hemos asistido a varios estallidos en su luminosidad, en los que súbitamente ha incrementado su brillo cientos e incluso miles de veces.
El pasado 20 de julio, desde el Observatorio Harsona en Hungría, Elek Tamás detectó un estallido del cometa 12P/Pons-Brooks que en sólo una noche incrementó más de cien veces su magnitud de brillo.
Recientemente, el 14 de noviembre, Josep Maria Llenas detectó desde el Observatori de Pujalt (Barcelona) otro estallido que hemos monitorizado con varios telescopios de mediano tamaño.
¿Qué le está ocurriendo al cometa 12P/Pons-Brooks?
En su acercamiento al punto más próximo al Sol (perihelio) el cometa se calienta progresivamente y, poco a poco, la emisión de gas y polvo despierta de su letargo, incrementándose.
Estos cometas tipo Halley describen órbitas muy excéntricas. Regresan a nuestras inmediaciones, después de décadas en hibernación, desde el punto en su órbita más lejano al Sol (llamado afelio), que suele encontrarse a varias decenas de veces la distancia media entre la Tierra y el Sol.
En aquellos lugares el frío es extremo y la sublimación de hielos prácticamente es inexistente. En su retorno hacia el Sol, sometido a una rotación constante, vuelve a calentarse por su cara diurna y a irradiar parte de ese calor por la cara nocturna.
Los estallidos que observamos ocurren porque posee una superficie bastante prístina en la que hay regiones ricas en hielo muy volátil, aunque probablemente cubiertas por un material aislante, formado por componentes más refractarios que se han ido apilando sobre las regiones prístinas.
Estos materiales se van calentando conforme el cometa se acerca al Sol, pero su baja inercia térmica evita que el calor alcance repentinamente el hielo del subsuelo. Sin embargo, al ser cuerpos porosos, la conducción progresiva de ese calor acaba llegando a un depósito de hielos y provocando el súbito cambio de fase. En ese momento los materiales agregados que quedaban sobre la fina corteza del cometa son expulsados al espacio por el gas en expansión.
Este mecanismo funciona particularmente bien cuando los cometas proceden de regiones alejadas en donde acumularon hielos más volátiles que el de agua, como podría ser el de monóxido de carbono.
Así, de manera relativamente súbita, lanza esos agregados a la coma del cometa. Y, en esa región calentada por el Sol, los agregados milimétricos tienden a sublimar sus hielos y deshacerse en el polvo micrométrico que contienen. Es el momento en que observamos el estallido de luminosidad.
La luminosidad puede incrementarse millones de veces
Posiblemente todos recordemos el estallido sufrido por el cometa 17P/Holmes que detectamos digitalmente desde el Observatori del Montsec.
Tanto en el caso de 12P/Pons-Brooks como en el de 17P/Holmes, cuando se genera a su alrededor una nube de pequeñas partículas capaces de dispersar la luz solar experimentan un incremento súbito de luminosidad. En ocasiones, el estallido incrementa la luminosidad del cometa en cientos, miles y hasta millones de veces, dependiendo de la masa total eyectada y, por tanto, del número de partículas micrométricas desprendidas en el proceso. Deben ser así de pequeñas para dispersar la luz solar.
Poco después detectamos enormes chorros o jets que se desprenden y arquean desde el falso núcleo del cometa. El núcleo real es imperceptible, oculto entre esa nube de polvo y gas que forma la coma.
El último estallido del cometa 12P/Pons-Brooks
Llevamos tiempo estudiando los estallidos de luminosidad que experimentan ciertos cometas prístinos. Tanto los Centauros que cruzan las órbitas de los planetas gigantes como ciertos cometas periódicos sorprenden a los astrónomos con estos luminosos estallidos que incrementan su luminosidad. Durante décadas hemos monitorizado el cometa que se considera prototipo de tales estallidos de luminosidad: el cometa 29P/Schwassmann-Wachmann 1.
En la actualidad nuestro grupo en el Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC/IEEC) estudia detalladamente la evolución del cometa 12P/Pons-Brooks como parte de un consorcio entre el Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) y el Observatori de Pujalt. El estallido descubierto ha sido resultado del programa de monitorización de cometas activos para conocer su comportamiento y comprender mejor sus propiedades físicas.
La visibilidad del cometa 12P/Pons-Brooks
En la actualidad el cometa 12P/Pons-Brooks puede observarse con telescopios relativamente pequeños. Tiene una apariencia de estrella desenfocada, con una coma nebular y extendida. En estos momentos es fácil localizarlo porque se proyecta cercano a la estrella Vega de la constelación de la Lira.
A partir de febrero de 2024 podrá observarse con unos prismáticos. A finales de marzo se verá a ojo desnudo. Desgraciadamente la geometría desde la que contemplamos su aproximación solo nos permitirá verlo unas pocas horas en el cielo vespertino y matinal. Podemos consultar su posición para esas fechas en cartas celestes.
En cualquier caso, estaremos vigilantes por si decidiese sorprendernos súbitamente con otro de sus luminosos e intrigantes estallidos.
Josep M. Trigo Rodríguez, Investigador Principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias, Instituto de Ciencias del Espacio (ICE – CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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