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Un verano extraterrestre

Un verano extraterrestre

¿Cómo son los veranos en los planetas del sistema solar? Si nos vamos de vacaciones a Marte, hay que pensar bien cómo preparamos la maleta.

Si en el futuro le llaman para ir a una hipotética misión a Marte, no debe olvidar meter en la maleta unas bermudas. Podrá disfrutar del verano, aunque no exactamente igual que en la Tierra.

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La duración de las estaciones en el planeta rojo es diferente, ya que un año marciano equivale a unos 687 días terrestres, y su órbita es más excéntrica. Esto hace que las condiciones sean notablemente más extremas que en la Tierra. Según datos de la NASA, las temperaturas en este planeta pueden oscilar entre los -153 ⁰C y los +20 ⁰C. ¡Tampoco olvide llevar un buen abrigo!

¿Por qué hay estaciones?

Mucha gente piensa erróneamente que las estaciones del año se deben a nuestra proximidad o lejanía al Sol. Sin embargo, en el hemisferio norte, durante el afelio (momento en el que la Tierra está más lejos del Sol) ¡es verano! En cambio, durante el perihelio (cuando estamos más próximos) es invierno. En el hemisferio sur ocurre justo lo contrario. ¿Cómo es posible?

Debemos recordar que nuestro planeta no solo describe un movimiento de traslación alrededor del Sol, sino que también rota sobre un eje imaginario que atraviesa los polos geográficos del planeta. El origen de las estaciones se debe a que ese eje de rotación está inclinado respecto del plano que contiene la órbita terrestre, llamado “plano orbital” o de la “eclíptica”.

Al ángulo formado por el eje de rotación respecto al plano orbital se le llama “ángulo de oblicuidad”, y es actualmente de 23 grados, 26 minutos y 9,75 segundos sexagesimales. Si no fuera así, los rayos solares incidirían sobre la superficie terrestre siempre de la misma forma, y entonces, no habría estaciones. Dependiendo de nuestra latitud estaríamos siempre en verano, invierno, primavera u otoño.

Uno de los primeros astrónomos que documentó este fenómeno fue Abd Al-Rahman Al Sufi, en torno al año 964. Al Sufi observó que las estrellas de la bóveda celeste parecían moverse en el firmamento siempre respecto a una estrella que permanecía fija: la Estrella Polar (Polaris), en la constelación de la Osa Menor (Ursa Minor). Constató que el eje de rotación de la Tierra está orientado, en la actualidad, aproximadamente hacia dicha estrella (que en realidad es un sistema estelar triple). Así, el resto de objetos celestes parecen moverse respecto a ella cuando los observamos desde la Tierra.

Las estaciones en otros planetas

Los planetas del sistema solar, al igual que la Tierra, tienen ejes de rotación inclinados respecto de sus planos orbitales. Sin embargo, sus ángulos de oblicuidad pueden ser diferentes.

Mientras que Marte presenta una inclinación similar a la terrestre (25 grados, 12 minutos), Saturno o Neptuno están más inclinados (26 grados, 42 minutos y 28 grados, 18 minutos, respectivamente). Por su parte, Mercurio (2 minutos) o Júpiter (3 grados, 6 minutos) rotan prácticamente perpendiculares a sus órbitas.

Esto quiere decir que, mientras en Mercurio o Júpiter apenas hay cambios estacionales, en Saturno y Neptuno las variaciones entre verano e invierno son más extremas.

En el caso de Venus, su eje de rotación está a casi 180 grados (exactamente, a 177 grados, 24 minutos). Esto significa que rota en sentido contrario a como lo hace la Tierra y la mayoría de los planetas. ¡En Venus el Sol sale por el oeste y se pone por el este!

Un caso interesante es el de Urano, cuyo eje de rotación es casi paralelo a su órbita (está inclinado 97 grados, 48 minutos). Por lo tanto, rota prácticamente en el mismo sentido que se traslada. Así, este planeta parece que “rueda” mientras orbita alrededor del Sol.

El planeta Urano recreado por el canal Astrum en español.

En Urano, las estaciones son extremadamente peculiares y extremas. Cada estación en este planeta dura unos 21 años terrestres, y no hay transiciones suaves. Durante el verano, el polo de un hemisferio está constantemente iluminado, mientras que el otro está en oscuridad perpetua, y viceversa en invierno.

¿Por qué el eje de rotación está inclinado?

El origen de la inclinación del eje de rotación de los planetas no está claro. La teoría más extendida apunta a que se debió a la interacción mutua de los protoplanetas tras la formación del sistema solar. Esos cuerpos chocaron e interaccionaron entre sí de forma caótica, como en una partida de billar, lo que afectó a sus órbitas y rotaciones. Algunos se destruyeron por las colisiones y desaparecieron. Otros fueron desplazados fuera de la influencia del Sol. Finalmente, los protoplanetas supervivientes dieron lugar al sistema solar tal y como lo conocemos actualmente.

Además, la posición del eje de rotación puede variar con el tiempo, con un efecto significativo sobre el clima y las condiciones de habitabilidad del planeta en cuestión. En la Tierra, debido a las fuerzas ejercidas por la Luna y el Sol, se produce la “precesión de los equinoccios”: la rotación del eje de la Tierra respecto de un eje imaginario perpendicular al plano de la eclíptica, como si describiera un cono.

Este cono imaginario no es perfecto, sino irregular, debido al movimiento de “nutación”. La nutación se debe, sobretodo, a las fuerzas de atracción gravitatorias entre la Luna y la Tierra. Además, el eje de rotación sufre otros movimientos, como el llamado “Bamboleo de Chandler”.

De forma simplificada, podríamos imaginar esta combinación de movimientos como una peonza cuando la hacemos bailar, y su eje se inclina (oblicuidad), rota (precesión) y oscila (nutación) antes de caer. Sin embargo, apenas lo apreciamos, porque un ciclo completo de precesión dura casi 25 800 años, y un ciclo de nutación 18,6 años.

Por otro lado, la inclinación del eje puede ser afectada por otros factores, como movimientos telúricos, oleajes, maremotos, cambios de la distribución de la masa atmosférica, concentración salina en el mar, etc.

Así que, si algún día decide mudarse a otro planeta, recuerde que hay lugares donde el verano puede durar décadas… o simplemente no existir. De momento, ¡le deseo un magnífico verano aquí, en la Tierra!

Miguel de Simón Martín, Profesor Titular en el Área de Ingeniería Eléctrica, Universidad de León

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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