Ana, estudiante de magisterio, se dispone a asistir a su clase de Física y Química, algo que no le gusta demasiado. Para ella, que proviene de un bachillerato de letras, las ciencias puras siempre le parecieron difíciles de entender.
En el otro extremo de la ciudad, Jordi, de 12 años, desayuna de mala gana, pues a primera hora toca Ciencias Naturales y en unos días tendrá un examen de algo que todavía no comprende.
Aunque estos dos ejemplos son supuestos inventados, la realidad es que muchas personas se enfrentan a las ciencias cada día acarreando una mentalidad y disposición negativa hacia ellas.
Sea por la “tortura” de no lograr el resultado adecuado en matemáticas o el “terror” ante un problema de física para averiguar el rozamiento de un plano inclinado, las ciencias generales (matemáticas, física, química…) a menudo son consideradas tediosas, difíciles y aburridas.
Para conseguir darle la vuelta a esta popular opinión y generar una mejor comprensión de las mismas, es necesario recurrir a metodologías innovadoras.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
Enseñar ciencias suele consistir en seguir un libro y resolver problemas, que el profesor se limita a repetir cambiando los números y provocando un aprendizaje de memoria.
Pero la metodología tradicional se ha quedado corta para la enseñanza de ciertas materias, especialmente en un mundo en constante evolución que ofrece gran cantidad de recursos.
¿Interesante o aburrido? Depende del método
Ya en la Grecia clásica quedó patente la importancia de la enseñanza al aire libre o el aprendizaje a través de la observación. Y aunque este método de enseñanza sea más idóneo para asignaturas como biología o geología, con los medios adecuados cualquier disciplina puede enseñarse de una manera atractiva.
No es necesario salir a la calle para ejercer un aprendizaje innovador ya que, dentro del aula, basta con acomodar unas pequeñas directrices para volver atractiva hasta la materia más tediosa.
En el mundo actual donde las redes sociales y las nuevas tecnologías lo dominan todo, se abre paso un viejo conocido: el cómic.
Un aliado en el aula
En el I Congreso Teaching with Comics docentes de varios puntos del globo nos reunimos para compartir experiencias y metodologías que involucraban los cómics a diferentes niveles académicos.
La relación del cómic con la enseñanza no es un fenómeno nuevo. En materias como Química, por ejemplo, la relación se remonta hasta los años 50.
En esa época, personajes como el Pato Donald o Dick Tracy, el famoso detective, se mostraban en sus viñetas hablando de reacciones y compuestos químicos.
También surgieron los personajes de grandes editoriales como Marvel o DC, los cuales han tenido gran relevancia en los últimos años gracias a su adaptación al cine.
Casi cualquier título es susceptible de ser usado en el aula para transmitir algún conocimiento: Ásterix y la residencia de los dioses transmite grandes valores sobre el mercado inmobiliario; Maus de Art Spiegelman nos ayuda a comprender mejor el Holocausto; y, más recientemente, el manga Dr. Stone ofrece ejemplos de procesos fisicoquímicos.
Eso sí, su uso en el aula no debería remitirse a simples lecturas en clase. Debería servir como refuerzo de un conocimiento impartido por el profesor, que los alumnos retienen de forma lúdica, sin implicar la tediosa memorización.
No solo en clase
Aunque pueda parecer que el uso de metodologías innovadoras solo es aplicable dentro del aula, o para un determinado sector de la población, lo cierto es que existe una gran carencia en lo tocante a comunicar ciencia al público general.
La divulgación científica tiene un gran impacto en la sociedad, especialmente cuando se tratan temas de interés general, como fue la vacunación para combatir la pandemia de COVID-19.
Pero en ocasiones puede ser complicado transmitir un mensaje científico a la población y que tenga el efecto deseado, especialmente si se trata de temas complejos, como enfermedades, nuevas tecnologías o eventos espaciales.
Medicina gráfica
En los últimos años ha surgido una línea de información que implica al cómic mostrando de manera simple y entretenida información que pueda parecer compleja a primera vista.
Un ejemplo de lo citado corresponde a una nueva rama de información médica llamada Medicina Gráfica en la que, a través de viñetas, se explican desde procesos médicos o casos de pacientes a enfermedades con cierto impacto.
Este es el caso de la novela gráfica titulada Una posibilidad entre mil donde Miguel Ángel Giner y Cristina Durán muestran de forma ilustrada cómo es convivir con una hija que tiene parálisis cerebral.
Otro ámbitos también pueden beneficiarse
La ciencia no es el único ámbito que puede beneficiarse del uso de cómics para llegar a un público mayoritario. Economía, política y otras temáticas que afectan e interesan a la sociedad tienen gran cantidad de ejemplos explicados en forma de viñeta ilustrada.
El cómic, la novela gráfica o el manga japonés surgieron como un entretenimiento lúdico y con el paso de los años se fueron popularizando, atendiendo a diferentes generaciones.
Independientemente del nivel educativo, sea enseñanza formal o no formal e incluso público general, los cómics están ayudando a transmitir conocimiento. Y, más importante, están ayudando a la sociedad a comprender aquello que, de otra manera, no sería tan sencillo.
Sergio Fuentes Antón, Profesor de Didáctica de las Ciencias Experimentales, Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
--
¿Qué es DUPAO? Somos un magazine de Series y Películas, Ciencia y Tecnología, Marketing y Negocios, Productividad, Estilo de Vida y Tendencias.