El Príncipe de las Tinieblas: Un legado imposible de definir en palabras
¿Recuerdas esa vez que escuchaste “Paranoid” y sentiste que algo en ti se despertaba? No importa si fue a las tres de la mañana, solo en tu habitación, o si era parte de la banda sonora de una fiesta prohibida. El caso es que, cuando hablamos de Ozzy Osbourne, hablamos de electricidad pura: un torbellino que sacudió la cultura pop, el heavy metal y, aceptémoslo, también un pedazo de cada corazón rebelde. Nadie se propuso ser leyenda, pero Ozzy lo fue… a puro grito y locura.
Nacimiento e infancia: de Birmingham al infierno… y vuelta
Imagina esto: Birmingham, 1948. Los inviernos gélidos, el humo de las fábricas, y un crío llamado John Michael “Ozzy” Osbourne apretando los dientes entre hermanos y paredes estrechas. Su papá, Jack, hacía turnos interminables como tornero. La verdad, en su casa nunca sobró nada. Su madre Lilian se partía el lomo en una fábrica. Básicamente, si querías sobrevivir, aprendías rápido a reírte de la penuria (y también a buscar líos nuevos).
Entre la dislexia, el bullying feroz y un trauma duro a los 11 años, Ozzy sacó una mezcla de fragilidad y rebeldía que lo acompañó toda la vida. La escuela no era lo suyo. A los 15 años, adiós libros y bienvenidos trabajos en los que vivía más sudor y barro que sueños: albañil, aprendiz de plomero, hasta descuartizador en un matadero. ¿Dinero rápido? Sí, pero también broncas con la ley: robos menores, una condena corta. El lado salvaje de Ozzy, si lo pensamos un poco, nunca fue sólo por las drogas o el whisky. Fue un grito de ganas de vivir.
El nacimiento de Black Sabbath: inventando la oscuridad
Los Beatles cambiaron el pop, pero Ozzy, a los 14, se juró ser una estrella y terminó reescribiendo la historia por su cuenta. De la nada más cruda, nacieron Black Sabbath, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward: los aliados perfectos para soltar el lado oscuro de la música.
El debut de 1970, “Black Sabbath”, no sólo rompió esquemas, los quemó por completo con riffs pesadísimos, letras al filo y un ambiente siniestramente magnético. Así arrancó el heavy metal, casi como si alguien hubiera abierto una puerta prohibida y Ozzy fuera el maestro de ceremonias. Él no solo recibió el apodo de “Príncipe de las Tinieblas”… Lo abrazó de tal forma que muchos, incluso hoy, lo ven más mito que hombre. Discos como “Paranoid” o “Sabbath Bloody Sabbath” marcaron a toda una generación que quería romperlo todo y reconstruirse a gritos.
Black Sabbath, excesos y una caída que parecía el final
Los años setenta fueron salvajes en todos los sentidos: Ozzy vivía entre excesos imposibles de contar y días que se esfumaban en una nube de autodestrucción. La verdad es que el caos alimentaba su creatividad, pero mataba los vínculos. ¿Resultado? En 1979, lo echan de su propia banda. Un golpe duro, durísimo. Y, sin embargo…
Renacimiento: la locura convertida en genialidad
En vez de desaparecer —como tantos esperaban—, Ozzy se reinventó. “Blizzard of Ozz” (1980) no fue solo un comeback: fue dinamita pura. “Crazy Train” inundó las radios, paredes y mentes. “Diary of a Madman”, poco después, dejó claro que Ozzy había venido a esparcir locura, arte y un poco de ternura sincera.
¿Momentos surrealistas? Bueno, imposible olvidar cuando se comió la cabeza de un murciélago en medio de un show en 1982 creyendo que era de plástico. O las veces que, junto a Zakk Wylde, decidía que tirar televisores desde habitaciones de hotel era terapéutico. Y es que Ozzy es ese tipo de genio que nunca supo leer partituras, pero se las ingenió para tocar la armónica como un dios y llenar estadios con la garganta rota. Dato curioso: jamás recuerda sus letras, así que finge que lee los monitores… ¡y los fans lo aplauden igual!
Ozzy y la cultura pop: MTV, caos y una familia muy peculiar
Por el año 2000, cuando muchos ya lo daban por “acabado”, Ozzy reapareció en un reality show. “The Osbournes” fue un cañonazo de honestidad brutal, peleas graciosas y escenas familiares tan disfuncionales que todos podíamos vernos reflejados (o al menos reírnos un rato). Y sí, millones de nuevos fans lo adoraron. El Ozzy televisivo era igual de humano que de leyenda.
Familia y relaciones: el loco más querido en casa (y fuera de ella)
Su vida sentimental fue un torbellino. De su primer matrimonio con Thelma Riley nacieron Elliot Kingsley, Jessica y Louis. Luego llegó Sharon Arden, su inseparable pareja y mánager —la mujer que, sin miramientos, lo rescató del abismo. Con Sharon, Ozzy tuvo a Aimee, Jack y Kelly. Y sinceramente, verlos juntos era casi tan caótico como cualquier show suyo.
Enfermedad, últimos conciertos y el adiós más duro
A Ozzy lo persiguieron demonios de carne y hueso: desde adicciones hasta el Parkinson, diagnosticado en 2003. Pero, cabezón como siempre, decidió que el final lo escribía él. Así, siguió componiendo, grabando y subiendo a los escenarios cada vez que podía. En la memoria quedará su último recital en Birmingham el 5 de julio de 2025: ovación, lágrimas y una ciudad abrazando por fin a su hijo pródigo.
Muerte de una leyenda: no es un final, es otra historia
El 22 de julio de 2025, Ozzy Osbourne se apagó a los 76 años. La noticia viajó por todo el mundo y, la verdad, todos sentimos que algo muy nuestro también se iba. Sharon a su lado, sus hijos cerca. El rock perdió a su voz más cruda, pero el eco sigue, retumba y nos atraviesa siempre.
Discos esenciales: porque hay que escucharlos (y sentirlos)
- Con Black Sabbath:
- “Black Sabbath” (1970)
- “Paranoid” (1970)
- “Master of Reality” (1971)
- “Sabbath Bloody Sabbath” (1973)
- “13” (2013)
- Como solista:
- “Blizzard of Ozz” (1980)
- “Diary of a Madman” (1981)
- “No More Tears” (1991)
- “Patient Number 9” (2022)
Ponte esos discos un día de lluvia, camino a casa, o cuando te falten respuestas. Y vas a entender por qué Ozzy nunca fue solo música.
El legado: Ozzy y el heavy metal después del infierno
¿Qué sería del metal —y, seamos francos, de la vida misma— sin Ozzy? Aportó teatralidad y estilo. Inventó una manera de ser rebelde: desafiante, pero auténtico. Inspiró a artistas lejanos y cercanos, de Lady Gaga a Marilyn Manson, y su influencia se cuela en la moda, el cine y hasta en los memes más oscuros.
Vendió más de 100 millones de discos, recibió premios Grammy hasta en sus últimos años. Su nombre en el Salón de la Fama es apenas un guiño a lo que logró: cambiar vidas. Y sí, el público lo amó —con locura, como se ama a los que nos salvan de la monotonía.
Reconocimientos y tributos: cuando la música aplaude a sus locos
- Rock and Roll Hall of Fame: 2006 (Black Sabbath) y 2024 (como solista).
- MTV Europe Music Awards: Premio Ícono Global (2014).
- Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
- Premio Ivor Novello a la trayectoria (2015).
- 2 Premios Grammy (2023), todavía sorprendiendo hasta el último minuto.
Ozzy para siempre: el adiós con más ruido del mundo
No hay silencio posible cuando se va una leyenda así. Entre guitarras distorsionadas y gritos desafinados, Ozzy sigue vivo cada vez que alguien decide no rendirse, ser raro o elegir la locura antes que la rutina.
Ozzy Osbourne, Príncipe de las Tinieblas, rey de los inadaptados, maestro de los que no encajan. Larga vida a su memoria: porque Ozzy, te guste o no, ya es parte de todos.
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