“Lo quiero ahora mismo, no me importa la calidad”.
Las redes sociales y la inmediatez de la información en la palma de la mano nos han llevado a una situación en la que lo importante es saber algo, por nimio que sea, lo antes posible.
Pero la mayoría de nosotros, cuando recibimos la información, no vamos a comprobar ni fuentes ni fechas. Esto es, sin lugar a duda, un terreno abonado para el discurso político manipulador, venga del color que venga. ¿Cómo puede ser que teniendo todos los recursos no contrastemos los datos?
Vamos a llamar a esto el mal de la generación microondas.
La generación microondas, como tal, es un subterfugio que utilizo para hablar de la actitud de parte de la sociedad hacia la información y su uso en el día a día. Un miembro de la generación microondas puede definirse como una persona con acceso a internet que cree, sin cuestionar, cualquier resultado que Google o la inteligencia artificial le arrojen, siendo el primero de la lista suficiente para satisfacer sus ansias de respuesta, especialmente si es atractivo y posee cierta controversia.
Para ser parte de la generación microondas no es necesario haber nacido en una década concreta, sólo que el uso del pensamiento crítico no encaje con tu forma de canalizar la información del entorno. Entonces es cuando los docentes vemos la gran necesidad de la educación en valores y pensamiento crítico aplicado para así evitar que esta generación siga engrosando sus listas.
Lo he leído en internet
La escuela es responsable de ayudar a las mentes del futuro a dar sus primeros pasos en el mundo del conocimiento lejos de dogmatismos y cuestionando lo que se les ofrece de manera constructiva.
No se trata de tachar de falacias las evidencias por ser contrarias al pensamiento particular de una persona. Se trata de que cada individuo quiera fundamentar sus ideas en hechos y huya del “es así porque yo lo digo” o del “es así porque lo dice internet”.
Es posible entender desde la infancia que no todo es blanco o negro, y que desconocer la variedad de colores, con sus luces y sus sombras, no significa que no existan.
Nunca es demasiado pronto
El miedo a que el alumnado sea demasiado joven para enfrentarse a la posverdad no se sustenta en la realidad: estudios realizados por Heyman, especialista en cognición social infantil de la Universidad de California, probaron que el desarrollo de las habilidades de pensamiento crítico en la infancia no son solo una cuestión madurativa y pueden trabajarse desde los primeros años.
Especialmente en el seno de una sociedad de la sobreinformación que puede afectar a este desarrollo natural del pensamiento crítico y abocarnos a formar parte de la generación microondas. Debemos recordar que ya desde preescolar los niños saben lo que es el engaño y que la realidad no siempre coincide con las apariencias.
Manipulaciones sutiles
La alfabetización crítica es esencial para no aumentar los miembros de la generación microondas. Darle al alumnado herramientas para trabajar con la información es tan importante como enseñarle a buscarla.
Aprender que todo autor es subjetivo, como sujeto que es, y que ningún texto es neutro es compatible con la capacidad de analizar cuáles pueden ser las mejores fuentes para cada tipo de dato o información.
Buscadores frente a curiosidad
Durante la infancia pasamos una fase en la que nos cuestionamos todo cuanto los rodea. Cabe pensar si dejamos de preguntar porque tenemos demasiada información o porque ya no tenemos esa curiosidad natural. Preguntar para entender mejor es parte del aprendizaje vital, supervivencia. Un buscador de internet puede ser un aliado de esta curiosidad… o puede causar su muerte.
La forma sana de discutir contenido sin caer en el fanatismo ni en el engaño es algo que se construye tanto desde casa como desde el centro escolar. Pero para esto hace falta que los adultos implicados seamos conscientes de este problema. Si desde el ámbito familiar no se presta atención a las primeras preguntas de un niño, ese niño verá satisfechas sus dudas cuando comience a utilizar un móvil. Una infancia con apego seguro, aquella en la que se crece con cariño y comprensión, sabiendo que puedes confiar a tus padres tus inquietudes y necesidades, previene sumarse a las filas de la generación microondas.
Un mundo grande y amenazante
Por otro lado, el rol docente en nuestra sociedad de las prisas es fundamental. No olvidemos que les entregamos a nuestra prole para que la instruyan, pero también para que colaboren con nosotros en la misión de interpretar el mundo en el que les ha tocado vivir. Un mundo que puede parecer cada vez más grande y dar más miedo.
Trabajar en clase sobre cuestiones de actualidad, desde las más banales a las más serias, es una forma de promover no sólo el interés del alumnado en el mundo que lo rodea, sino también de explorarlo de forma crítica y así evitar engaños en la red de mayor importancia.
La educación es un trabajo de todos los miembros de la sociedad. En un panorama de sobreinformación, promover la discusión crítica y el razonamiento es fundamental para evitar el engaño.
Recordemos las sabias palabras* de Miguel de Cervantes en el siglo XVII:
“En una era en la que los vericuetos virtuales inundan nuestros ojos, oh lector curioso, advierto con solemne voz que no debes conceder crédito a todo lo que divagues en las entrañas de la vasta internet, aunque aparezca enlazado junto a al nombre de un ilustre personaje”.
*Se trata de una cita inventada como muchas de las que circulan y se comparten por internet.
Milagros Torrado Cespón, Docente e investigadora. Lengua inglesa y su didáctica, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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