No cabe duda de que la lectura es un instrumento potentísimo de aprendizaje. De hecho, la mayoría de los docentes están de acuerdo en que la comprensión escrita es uno de los aprendizajes más importantes que proporciona la escolarización. La capacidad lectora, además, está relacionada con el crecimiento intelectual de la persona.
Sin embargo, en una sociedad hiperestimulada por pantallas, sonidos, entornos inmersivos, etc. parece cada vez más difícil leer y, lo que es más preocupante, cumplir con el objetivo de plantar la semilla del hábito y gusto lector en los más pequeños.
¿Sigue quedando espacio para la lectura?
Actualmente vivimos a medio camino entre la realidad y la pantalla. Una serie de figuras se han erigido como posibles “salvadores” de los “arcaicos” libros. Hablamos de los bookstagrammers, los booktubers y los bookbloggers. Se trata de un grupo de jóvenes que hablan, desde distintos ángulos, de obras literarias.
Por ejemplo, los booktubers se encargan de hacer vídeos sobre libros y lecturas con diferentes formatos: Book Hauls (compras de libros), Wrap ups (resúmenes de libros), Shelf tour (recorrido por los libros disponibles)…
Es decir, exponen los libros que poseen, exhiben sus últimas adquisiciones, formulan sus recomendaciones, lanzan sus críticas, etc. De esta forma, despiertan el gusto e interés por la lectura en una generación muy acostumbrada a recibir este tipo de contenido prescriptivo en forma de vídeo. Algunos de los canales más famosos son los de Javier Ruescas, Fly like a butterfly, Andreo Rowling, Little Red Read o Mis Cuentos Infantiles.
¿Aprender a ser booktuber?
Los futuros docentes de educación infantil necesitan una buena formación en literatura. No solo precisan contenidos teóricos sobre esta cuestión, sino que también deben conocer recursos literarios para poderlos llevar el día de mañana a sus aulas y al mismo tiempo deben desarrollar su capacidad narrativa, porque el relato oral es un recurso clave en la formación educativa inicial.
Teniendo esto en cuenta, y la atracción que generan los booktubers, hemos diseñado una práctica de aprendizaje que une estas dos cuestiones. La intención es incrementar la participación activa del estudiantado en su formación, al plantear actividades didácticas que, al mismo tiempo, sean dinámicas y creativas.
El proyecto se estructuró en tres grandes bloques:
Fase 1. Los estudiantes debían asumir el papel de booktubers. El reto fue que perdieran la vergüenza, que pensaran de forma creativa y grabaran un vídeo recomendando una narración infantil actual. Al fin y al cabo, se trataba de realizar una reseña sobre un libro infantil, pero actualizando el medio (lenguaje audiovisual) y la forma (estilo directo y cercano).
Fase 2. En la segunda parte del proyecto los estudiantes pasaron de ser booktubers a ser narradores digitales. Aunque seguían utilizando el recurso de los vídeos, los estudiantes tuvieron que reparar en que el público cambiaba, pues ya no serían otros adultos (como en el caso de los booktubers), sino infantes de 3 a 6 años.
Fase 3. Trabajo escrito que engloba la totalidad del proceso de aprendizaje.
Alta satisfacción y motivación
Tras el desarrollo de este proyecto, se analizaron las respuestas de 145 estudiantes que, de forma anónima, contestaron un cuestionario creado ad hoc.
De acuerdo con los datos, el 80 % de los encuestados no conocía el fenómeno del booktubing y más del 90 % afirmó que su interés por este tipo de recursos se había incrementado.
Además, a pesar de la vergüenza inicial, el miedo al fracaso o las propias resistencias internas, de nuevo, más del 90 % de los participantes terminó muy satisfecho con el resultado de su práctica y les gustó compartir sus vídeos con el grupo de clase. Todo ello repercutió en que más del 95 % de los estudiantes manifestara que el gusto por la lectura de literatura infantil se había incrementado.
Competencias de comunicación
Además de la competencia específica sobre literatura, nuestros estudiantes también desarrollaron con esta actividad sus competencias lingüísticas y comunicativas.
Así, más del 90 % expresó que con la elaboración de ambos vídeos prestó más atención de la habitual a la forma de expresarse verbalmente (tomando conciencia del ritmo, pronunciación, articulación, dicción, etc.).
Más del 85 % explicó que también observaron con detalle su lenguaje no verbal (uso de las manos, brazos, gestos faciales, mirada, etc.). Y más del 85 % indicó que se esforzaron en que el texto fuese correcto, no solo en contenido sino también en su coherencia, cohesión, etc.
Aliados digitales, no enemigos
Los resultados de la práctica muestran que cuando el alumno vive en primera persona su aprendizaje y diseña contenido mejora su rendimiento. Si, además, este aprendizaje activo se acompaña de herramientas digitales, la motivación aumenta visiblemente.
En este caso, gracias a las actividades planteadas a partir de creación de contenido en vídeo, los estudiantes no solo han mejorado su competencia literaria, sino que también han desarrollado habilidades de expresión y comprensión (oral y escrita), y han activado su creatividad. Asimismo, han ampliado sus conocimientos sobre narraciones infantiles y han leído, comprendido, interpretado y valorado textos narrativos literarios para este ciclo.
De esta manera, no solamente podemos respondernos que sí, queda espacio para la lectura en la vida actual, sino que además podemos ampliar y mejorar ese espacio con vídeo (vídeorreseña o videonarración). El vídeo puede ser la llave de entrada al mundo apasionante de la literatura.
Ana Segovia Gordillo, Profesora en el área de Lingüística General, Universidad Rey Juan Carlos y Cristina V. Herranz-Llácer, Profesora en el área de Lingüística General, Universidad Rey Juan Carlos
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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