Hasta hace poco, era habitual que se recomendara que una persona con discapacidad intelectual no fuera expuesta a una segunda lengua. Asimismo, tampoco era común llevar a cabo políticas lingüísticas que fomentaran el mantenimiento de las lenguas de herencia (lengua familiar extranjera) entre las familias migrantes.
Sin embargo, algunas personas con discapacidad intelectual que crecieron en familias con ese perfil desarrollaron estas lenguas en paralelo a las lenguas ambientales de los distintos territorios de acogida sin que se hayan visto consecuencias negativas.
Por esa razón es sorprendente que, en la actualidad, esté todavía extendida esta práctica que fomenta el monolingüismo entre personas con discapacidad intelectual en un gran número de países.
Recomendaciones de monolongüismo
Veamos un ejemplo práctico que nos encontramos durante nuestra investigación: hace siete años, en dos países diferentes (Canadá, país oficialmente bilingüe, y Estados Unidos) conocimimos a dos familias que habían recibido recomendaciones lingüísticas similares fomentando el monolingüismo.
En el primer caso, el orientador psicopedagógico de un centro educativo canadiense recomendó a la familia bilingüe que utilizaba las dos lenguas oficiales del territorio –inglés y francés– en el ámbito familiar reducir la lengua de comunicación a una de las dos.
En el segundo caso, el orientador de un centro escolar estadounidense recomendó igualmente reducir la exposición a una sola lengua (la lengua mayoritaria) sacrificando la lengua de herencia, lo que supuso un gran impacto en la forma y dinámicas de comunicación de dicha familia.
Es obvio que estas situaciones no se pueden generalizar, pero en determinados países y contextos ocurren sistemáticamente.
¿Cómo se explica esto? La respuesta es simple: no siempre existe un plan de acción dirigido a abordar el bilingüismo o el multilingüismo en poblaciones con desarrollo atípico del lenguaje.
No obstante, nos consta que en Cataluña, por ejemplo, y seguramente en otras partes de Europa y del mundo donde conviven dos lenguas, entre los alumnos con discapacidad intelectual se fomenta una educación inclusiva e integradora donde se promueve el bilingüismo sin que esto se perciba como un problema, sino más bien como una oportunidad, lo mismo que es una oportunidad para la población con desarrollo típico.
Sin efectos negativos
Independientemente de que los investigadores estén de acuerdo o no con que exista una ventaja bilingüe a nivel cognitivo, es habitual, como hemos visto antes, que a las personas con síndromes genéticos que puedan conllevar discapacidad intelectual se les recomiende no adquirir ni estudiar una segunda lengua.
Sin embargo, estudios centrados en bilingües con síndrome de Down muestran que se comportan de forma comparable a sus homólogos monolingües en su lengua dominante.
¿No debería de ser esto motivo suficiente para promover el bilingüismo y el multilingüismo en lugar de desaconsejarlo?
Bilingüismo siempre que sea posible
Si tanto el bilingüismo como el multilingüismo se promueven entre la población con desarrollo típico del lenguaje, es lógico proponer que estos también se promuevan entre las personas con discapacidad intelectual ligada a síndromes genéticos (Síndrome Prader-Willi, Síndrome de Down, Síndrome de Williams, etc.).
Lo que sucede hoy en día es que hay una discrepancia bastante clara entre la evidencia empírica y la práctica, aunque esto está cambiando. Por esta razón, consideramos que debemos replantearnos la situación de forma que, en lugar de desaconsejar el bilingüismo como práctica habitual en estas poblaciones, hagamos que esta sea la opción por defecto.
Esto no quiere decir que se trate de imponer el bilingüismo, sino que se tengan en cuenta los muchos factores que hacen que cada individuo sea único y esto requiere un plan de intervención diseñado en función de sus necesidades.
Monolingües y bilingües con discapacidad intelectual
Si bien la bibliografía actual centrada en el estudio del bilingüismo en individuos con discapacidad intelectual ligada a síndromes genéticos está focalizada principalmente en personas con el síndrome de Down, es necesario e importante expandir esta línea de investigación a otros síndromes genéticos menos conocidos, como el síndrome Prader-Willi.
El perfil lingüístico de la población Prader-Willi apenas ha sido explorado y lo poco que sabemos remite a hablantes monolingües. Creemos que nuestra investigación es la primera que se ocupa de analizar las habilidades lingüísticas de hablantes bilingües con este síndrome.
Nuestros resultados, que se centran hasta el momento en dos estudios de caso y en un proyecto más amplio del que daremos cuenta en un futuro próximo, avalan lo que se ha visto en trabajos previos sobre otros síndromes genéticos: la inexistencia de un efecto negativo del bilingüismo.
Hallazgos sobre el síndrome Prader-Willi
En nuestro estudio, realizado en 2018, se analizaron las habilidades narrativas de un hablante bilingüe de español e inglés con el síndrome Prader-Willi. A este individuo se le pidió que narrara dos historias de la misma serie de libros ilustrados (una en español y otra en inglés) y se analizaron sus habilidades narrativas en las dos lenguas en comparación con las de un hablante bilingüe español-inglés con desarrollo típico.
Para ambos participantes el inglés era la lengua ambiental y dominante y el español la lengua de herencia. En línea con trabajos previos, los resultados confirmaron que narrar es una ardua tarea para los hablantes con síndrome Prader-Willi. Ahora bien, se encontraron resultados análogos tanto en la lengua dominante (inglés) como en la lengua de herencia (español).
En otro estudio, analizamos la representación del género gramatical en oraciones con cambio de código (code-switching) en un hablante bilingüe de inglés (como lengua dominante) y español (como lengua de herencia) con el mismo síndrome.
Los resultados se compararon con trabajos previos que utilizaron los mismos experimentos lingüísticos para estudiar la representación del género gramatical en hablantes bilingües español-inglés con desarrollo típico. La combinación lingüística inglés-español es interesante porque, a diferencia del español, el inglés no tiene género gramatical.
Los resultados mostraron que, tanto en datos de comprensión como de producción, el hablante bilingüe con síndrome Prader-Willi se comportaba de forma similar a los hablantes bilingües con desarrollo típico cuya lengua dominante era el español. Es decir, este individuo, pese a ser hablante de herencia, tenía las mismas intuiciones que los bilingües con desarrollo típico cuya lengua dominante era el español: prefería las secuencias en las que el artículo español concordaba con la traducción al español del sustantivo inglés (el book / la house y the book es rojo / la house es roja) frente a las secuencias en las que no concordaba (la book / el house y the book es roja / la house es rojo).
Estos hallazgos, además de ser importantes para la comunidad científica, son de utilidad para los profesionales que trabajan con hablantes monolingües y bilingües con este síndrome. Nos demuestran que hay áreas relacionadas con determinadas habilidades lingüísticas a las que se debe prestar especial atención durante la etapa formativa de estos individuos: narrar parece ser más problemático que interiorizar el género inherente de los sustantivos y la concordancia con los artículos y los adjetivos.
Refugiados y migrantes con desarrollo atípico
Desde la Cátedra Global Nebrija-Santander del Español como Lengua de Migrantes y Refugiados de la Universidad Antonio de Nebrija y desde el Grupo de Investigación de Bilingüismo y Adquisición del Español de la Universitat de les Illes Balears, nos gustaría enarbolar la bandera que promueva el bilingüismo no solamente en la población general sino también en la población migrante y refugiada con desarrollo típico y atípico del lenguaje.
Esto supone que se preste ayuda especial al mantenimiento de las lenguas de origen y a las lenguas cooficiales de los distintos territorios entre la población con desarrollo típico y que esa ayuda se haga extensiva a los migrantes y refugiados que presentan desarrollo atípico del lenguaje.
Estela Garcia-Alcaraz, Profesora e investigadora en el departamento de Filología española, moderna y clásica., Universitat de les Illes Balears y Juana Muñoz Liceras, Catedrática de Lingüística General y Lingüística Hispánica en la Universidad de Ottawa. Investigadora del grupo LAELE y del CINC y Directora de la Cátedra Global Nebrija-Santander del Español como Lengua de Migrantes y Refugiados, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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