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ADN sintético: las implicaciones de construir la vida humana como si fuera LEGO

ADN sintético: las implicaciones de construir la vida humana como si fuera LEGO

Cada vez está más cerca la posibilidad de sintetizar ADN humano desde cero en un laboratorio. Los autores analizan las consecuencias legales y éticas de este escenario.

La estructura de doble hélice del ADN es fácil de reconocer y ocupa un lugar poderoso en el imaginario colectivo. Su papel central en la identidad, la familia, la salud y la vida misma está reforzado por un complejo entramado de normativas y marcos legales específicos.

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Todos estas regulaciones parten de la misma premisa: el ADN es muy difícil de manipular en su totalidad, ya que se encuentra protegido en lo más profundo de nuestras células.

De bacterias y levaduras a fragmentos de cromosomas

Pero esto está empezando a cambiar, ya que hoy en día es posible construir ADN en el laboratorio, ensamblándolo como si fueran piezas de LEGO impresas en 3D. Este ADN sintético ya se ha utilizado para crear microorganismos como bacterias y levaduras.

Entonces, ¿sería posible también la síntesis de ADN humano desde cero? Con los avances actuales, es una realidad cada vez más plausible. De hecho, hace menos de un año se creó un fragmento de cromosoma humano en el laboratorio gracias a esta técnica.

Más allá de su impacto técnico, esta tecnología revolucionaria nos obliga a replantearnos cuestiones fundamentales sobre la relación entre los genes, la identidad humana, la privacidad y la reproducción. Y esto es precisamente lo que exploramos en un reciente artículo publicado en el Journal of Medical Ethics.

Jaque a la identidad y la privacidad genética

Durante décadas, el ADN ha simbolizado la identidad personal y familiar. Se ha considerado el secreto de la vida, conectándonos con nuestros ancestros y moldeando nuestra comprensión de la salud y la herencia.

Sin embargo, el ADN sintético desafía estas asociaciones profundamente arraigadas en nuestra sociedad: la capacidad de crear genomas humanos completos en un laboratorio –sin copiar secuencias existentes ni mediante el uso de una plantilla, sino fabricando moléculas de ácido desoxirribonucleico completamente nuevas– difumina la frontera entre la reproducción biológica y la creación.

Algunas de las cuestiones éticas más impactantes surgen del concepto de privacidad genética. Con esta tecnología, los investigadores podrían recrear total o parcialmente el genoma de una persona sin necesidad de acceder a su material biológico, basándose únicamente en información digital sobre su secuencia de ADN. Esto rompe un supuesto fundamental en los debates sobre clonación y propiedad genética: que para replicar el ADN de alguien es necesario acceder a sus células.

Si el genoma de una persona se sintetiza sin su consentimiento, pero sin contacto con su material biológico, ¿se ha cometido una violación a su privacidad? Y si es así, ¿de qué manera?

Las implicaciones no se limitan a la privacidad, sino que también afectan las normas legales y sociales sobre la paternidad. Si es posible “imprimir” los genomas bajo demanda, la filiación genética podría dejar de definir la identidad o la responsabilidad parental.

Y aunque las regulaciones podrían adaptarse para prevenir abusos, el ADN sintético también introduce la posibilidad de duplicaciones accidentales. ¿Cómo debería responder la sociedad ante la posibilidad de que el genoma de una persona se replique por azar?

Además, este escenario desafía el esencialismo genético, es decir, la creencia de que nuestros genes determinan quiénes somos. La tecnología de ADN sintético no se limita a editar o seleccionar rasgos; los crea. Al hacerlo, nos obliga a reconsiderar el papel que otorgamos a los genes en la identidad y a adoptar una visión más amplia y matizada de lo que significa ser humano.

Creando vida más allá del ser humano

Este concepto también abre un abanico de posibilidades en el ámbito no humano, cuando nos enfrentamos a desafíos ecológicos sin precedentes debido al cambio climático. Actualmente, muchos organismos no pueden adaptarse a las nuevas condiciones ambientales derivadas de la contaminación o el aumento de temperaturas.

Aunque es un tema controvertido, ya se ha propuesto la modificación genética de especies en peligro de extinción como una estrategia de conservación. Con el ADN sintético, las herramientas disponibles para los conservacionistas se vuelven aún más amplias. En lugar de simplemente modificar secuencias existentes, se podrían diseñar por completo nuevos genes que jamás han existido en la naturaleza. Pero ¿podemos llamar a esto “conservación”? Esta es una pregunta aún sin respuesta.

A medida que las fronteras de la biología sintética se expanden, la sociedad debe enfrentarse a diversos interrogantes: ¿cómo debería regularse el ADN sintético? ¿Cómo transformará nuestra comprensión de la identidad, las relaciones genéticas, la naturaleza o la conservación?

Los desafíos y oportunidades aún no han sido identificados por completo. ¿Quién, si es que alguien, debería tener el derecho de diseñar y crear el ADN del futuro? ¿Qué tipo de restricciones deberían existir? Estas preguntas no son meramente especulativas: ya es posible comprar pequeñas moléculas de ADN sintético a medida por internet. La tecnología ya está aquí.

Adrián Villalba Felipe, Profesor asociado en Universidad Internacional de Valencia (VIU) e Investigador Postdoctoral en Institut Cochin (Université Paris Cité, Francia), Universidad Internacional de Valencia; Anna Smajdor, Professor at University of Oslo, University of Oslo; Daniela Cutas, Associate Professor of Medical Ethics, Lund University y Iain Brassington, Professor of Applied and Legal Philosophy, University of Manchester

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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