Imagina un mundo donde ser mujer y soñar con las estrellas ya era un desafío casi imposible. Ahora, súmale el peso de amar a alguien del mismo sexo en un país que apenas comenzaba a entender esas historias. Ese es el universo en el que vivió Sally Ride, la primera astronauta estadounidense, cuya vida y legado brillan en Sally, el nuevo documental de National Geographic, dirigido por Cristina Costantini, y el primero sobre la pionera de la carrera espacial de la NASA.
Se trata de un viaje íntimo y poderoso que no solo celebra el histórico vuelo de Sally en 1983, sino que también desvela su amor secreto de 27 años con Tam O’Shaughnessy, una relación que tuvo que esconderse tras las sombras de la fama y el prejuicio.
Tuve la suerte de conversar con Costantini, quien me llevó al corazón de esta historia, compartiendo cómo logró tejer una narrativa que equilibra la lucha de Sally contra el sexismo con la ternura de un amor que desafió las normas, mientras ella misma cumplía su sueño de contar la historia de una de sus heroínas de la infancia.
Una mujer en un cielo de hombres
En los años 70, la NASA era un club exclusivo de hombres. Cuando Sally Ride, una joven física con un doctorado de Stanford, se presentó en 1978 como candidata a astronauta, el mundo no estaba listo para verla despegar. “La NASA abrió sus puertas a mujeres y minorías por primera vez, pero solo había cuatro mujeres entre 4,000 empleados técnicos”, me explicó Cristina Costantini en nuestra entrevista. Sally fue una de las seis mujeres elegidas entre 8,000 aspirantes, pero el camino hacia el espacio estuvo lleno de obstáculos. Periodistas como Tom Brokaw le preguntaban a su colega astronauta Judith Resnik si era “demasiado linda” para el trabajo, mientras que a Sally le cuestionaban si sus “órganos reproductivos” resistirían el espacio o si lloraría en el simulador. “Esas preguntas eran ofensivas, pero Sally las enfrentó con una compostura increíble”, dijo Costantini.
Cuando Sally despegó en el transbordador Challenger el 18 de junio de 1983, se convirtió en un ícono instantáneo. Pero detrás de su sonrisa en las portadas de revistas, había una mujer que cargaba con el peso de ser un símbolo. “Sally tuvo que ser perfecta en un mundo que esperaba que fallara”, me contó Costantini. El documental muestra imágenes de archivo nunca vistas, como Sally entrenando o charlando con niños en Sesame Street, que revelan su dedicación a inspirar a las niñas. Pero también expone el costo personal de esa perfección: una vida privada que tuvo que mantenerse en secreto para proteger su carrera.
Un amor escondido tras las estrellas
En un mundo donde ser abiertamente gay podía destruir una carrera, Sally Ride vivió un amor que pocos conocían. Desde su adolescencia, Sally estuvo enamorada de Tam O’Shaughnessy, una jugadora de tenis profesional que se convirtió en su pareja durante 27 años. “No teníamos casi imágenes de Sally y Tam juntas, solo cinco fotos, así que tuvimos que crear un lenguaje cinematográfico para contar su historia”, me explicó Costantini. El documental usa recreaciones delicadas, basadas en los recuerdos de Tam, para mostrar momentos como una cena a la luz de las velas o un paseo en la playa. Estas escenas contrastan con las imágenes públicas de Sally recibiendo medallas o enfrentando a la prensa, creando un retrato conmovedor de una vida dividida entre el deber y el corazón.
Tam, quien comparte su historia con una mezcla de amor y dolor, revela cómo conocieron a Billie Jean King en un campamento de tenis cuando eran jóvenes. King, una pionera en los derechos LGBTQ+, fue una inspiración, pero también un recordatorio de los riesgos: en 1981, enfrentó una demanda de palimonía que casi destruyó su carrera. “Era peligroso ser abierta en los 80”, dijo Tam en una entrevista para People, y Sally, consciente de esto, mantuvo su relación en secreto. “Tam fue la gran víctima del legado de Sally por mucho tiempo”, me dijo Costantini.
Sally incluso estuvo casada con el astronauta Steve Hawley de 1982 a 1987, un matrimonio que, aunque basado en amistad, sirvió como una fachada para proteger su vida privada. Solo diez días antes de su muerte en 2012, Sally le dio a Tam permiso para compartir su historia: “Tú decides qué tan abierta quieres ser”, le dijo. Sally honra esa decisión, mostrando no solo el amor, sino el sacrificio que implicó mantenerlo oculto.
Navegando un archivo cósmico
Crear Sally fue como explorar una galaxia desconocida. “La NASA nos dio 5,000 cintas de video, y tuvimos que revisarlas todas y sincronizar el audio”, me confesó Costantini. Este trabajo monumental desenterró tesoros, como imágenes de Sally en la cabina del Challenger o charlas con estudiantes, que muestran su carisma y compromiso. Pero contar su vida privada fue un desafío mayor. “No había footage de su relación con Tam, así que tuvimos que ser creativos”, explicó. Las recreaciones, combinadas con la voz de Tam y entrevistas con amigas como Kathy Sullivan y Anna Fisher, pintan un retrato íntimo de Sally: una mujer divertida, ambiciosa, pero también reservada, que a veces lastimaba a quienes más amaba por su dedicación a la ciencia.
Un momento inesperado vino de la madre de Sally, Joyce Ride, cuya entrevista fue un reto. “Me cerró en seco”, recordó Costantini riendo. “Le pregunté cómo se sentía, y me dijo: ‘Si supiera, no te lo diría’”. Lo que parecía un fracaso se convirtió en una joya: mostró la represión emocional de la familia Ride, ayudando a entender por qué Sally era tan reservada. “Esos descubrimientos en el campo siempre son mejores que cualquier plan”, dijo Costantini, destacando la magia de los documentales.
Amar y luchar en un mundo hostil
En los 80, ser una mujer astronauta y gay era una hazaña casi imposible. Sally enfrentó un doble escrutinio: el sexismo de una sociedad que no creía en su capacidad y el temor a ser descubierta en un país donde la homofobia era moneda corriente. “Viví en 1983 durante dos años mientras editaba, y ver lo que Sally enfrentó me dio esperanza”, me dijo Costantini. “Las cosas han mejorado, aunque el sexismo y la homofobia siguen existiendo”. “Ningún derecho está garantizado”, añadió Costantini, y continuó “son el resultado de mujeres como Sally, y debemos seguir luchando”.
Un testimonio poderoso es el del astronauta Mike Mullane, quien admite su sexismo inicial hacia Sally, pero luego escribe una carta a Tam pidiendo perdón. Este cambio refleja cómo Sally no solo abrió caminos en el espacio, sino también en las mentes de quienes la rodeaban. “Ella era una heroína real, con defectos”, dijo Costantini. “No era perfecta, pero su valentía era única”.
Un legado que ilumina el futuro
Sally Ride no solo voló al espacio; cambió el mundo. Fundó Sally Ride Science con Tam en 2001 para inspirar a niñas en STEM, un legado que vive en astronautas como Christina Koch, quien viajará a la Luna en 2026. Sally también muestra su rol en las investigaciones de los desastres del Challenger y Columbia, destacando su compromiso con la seguridad. Su aparición en Sesame Street y su rechazo a reunirse con el sexista Bob Hope son detalles que revelan su carácter firme y su humor. Por nombrar algunos de los tesoros que encierra este documental.
¿Listo para conocer a la Sally que cambió las reglas?
Sally es una historia sobre volar alto y amar profundo en un mundo que no siempre te acepta. “Sally me enseñó que el progreso es frágil, pero posible si luchamos por él”, me dijo Costantini, y esa chispa enciende cada minuto de esta cinta. Por todo esto te invito a buscar Sally en Disney+, de una mujer que conquistó las estrellas y vivió un amor que, aunque secreto, brilló con la fuerza de una supernova.
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