En su última y sombría predicción sobre la inteligencia artificial, Eric Schmidt, ex CEO de Google y actual presidente de la National Security Commission on Artificial Intelligence, advierte que no hay suficientes barreras para detener la tecnología y prevenir daños catastróficos.
Hablando en una cumbre organizada por Axios, Schmidt comparó la IA con las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Japón en 1945. «Después de Nagasaki y Hiroshima, pasaron 18 años para llegar a un tratado sobre prohibiciones de pruebas y cosas por el estilo», explicó durante el intercambio con Mike Allen, cofundador de Axios, en la A+ Summit en Washington, DC. «No tenemos ese tipo de tiempo hoy».
Aunque los desarrolladores de tecnología, desde OpenAI hasta Google y más allá, han establecido «guardrails» o medidas de seguridad para controlar la tecnología, Schmidt sostiene que las actuales precauciones «no son suficientes», una opinión compartida por muchos investigadores en aprendizaje automático.
Según el ex CEO de Google, en tan solo cinco a diez años, la IA podría volverse lo suficientemente poderosa como para dañar a la humanidad. En el peor de los casos, advierte Schmidt, llegaríamos al punto en el que las computadoras puedan tomar sus propias decisiones y, si logran acceder a sistemas de armas u otras capacidades aterradoras, podrían mentirnos a nosotros, los humanos, al respecto.
Para evitar este tipo de resultados horribles, Schmidt propone la creación de una organización no gubernamental similar al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas. Esta organización tendría como objetivo proporcionar información precisa a los responsables políticos y ayudarles a tomar decisiones sobre qué hacer en caso de que la IA se vuelva demasiado poderosa.
En el rincón opuesto, mientras Schmidt expone sus preocupaciones sobre la IA, el jefe de IA de Meta, Yann LeCun, adopta una postura opuesta. LeCun sostiene que la tecnología está lejos de ser lo suficientemente inteligente como para amenazar a la humanidad por sí sola. Esta discrepancia de opiniones entre expertos del más alto nivel solo agrega confusión a un tema ya complejo.
Mientras estos hombres inteligentes y consumados emiten señales opuestas sobre los peligros de la IA, es difícil determinar cuánto miedo deberíamos tener. Por ahora, parece que la respuesta puede encontrarse en algún punto intermedio, pero a medida que las metas siguen moviéndose, encontrar esa posición medida es tan difícil como siempre.
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