El 4 de agosto de 1922, un silencio inusual cayó sobre los Estados Unidos y Canadá. Durante un minuto, todos los servicios telefónicos en ambos países quedaron en silencio en honor al funeral de Alexander Graham Bell, uno de los visionarios detrás de la transmisión de voz a través de cables eléctricos.
Alexander Graham Bell fue uno de los pioneros en la invención de la transmisión de voz a través de cables eléctricos. Sus contribuciones no solo sentaron las bases para la telefonía moderna, sino que también lo llevaron a obtener la primacía en patentes en los Estados Unidos.
A pesar de las prolongadas disputas legales, Bell logró llevar su dispositivo al mercado con rapidez. Su famosa llamada telefónica «Mr. Watson, come here» el 10 de marzo de 1876, marcó el comienzo de una revolución tecnológica. Solo meses después, el teléfono ya se exhibía como una maravilla en la Exposición Universal de Filadelfia de 1876.
Fundador del Bell Telephone System en 1877, Bell dejó la junta directiva tan solo dos años después, a la edad de 32 años, ya rico y famoso. Sus años posteriores estuvieron dedicados a la invención y la filantropía, convirtiéndose en miembro fundador de la National Geographic Society en 1888.
A lo largo de las décadas, el sistema Bell, que incluía la American Telephone and Telegraph, el laboratorio Bell Labs, la unidad de fabricación Western Electric y las compañías telefónicas regionales, brindó servicio a la mayoría de los Estados Unidos y Canadá hasta 1982.
En su 75 cumpleaños en 1922, Bell rechazó tener un teléfono en su estudio privado. Pocos meses después, el 2 de agosto, falleció en su finca de verano en Nueva Escocia. El tributo que siguió marcó un momento conmovedor en la historia de la tecnología.
A medida que su funeral comenzaba alrededor de las 6:30 p.m., hora estándar del este, cada central telefónica en los Estados Unidos y Canadá cerró durante un minuto. Trece millones de teléfonos. Sin llamadas. Sin conversaciones telefónicas. Sin servicio telefónico. Un minuto de silencio.
Este gesto silencioso dejó una impresión duradera. Nueve años después, cuando Thomas Edison falleció, la nación se unió en un tributo similar. Aunque la idea de apagar todos los generadores y servicios eléctricos durante un minuto se consideró poco práctico, el presidente Herbert Hoover apagó todas las luces de la Casa Blanca durante un minuto en honor a Edison. Esta acción inspiró a hogares y negocios en todo el país a sumarse al homenaje, apagando las luces durante un minuto.
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